domingo, 23 de septiembre de 2012

Dedicatorias


Era un lunes del año 1989, yo trabajaba en una librería ubicada en pleno centro porteño, para ser exacto estaba a metros de la calle Corrientes y Montevideo. El fin de semana la banda "Virus" liderada por Federico Moura había dado uno de los recitales más importantes de su carrera en el estadio obras sanitarias, yo había estado ahí y por esas cosas que tiene la música mi cabeza se quedó enganchada con la canción juegos incompletos.
Ese lunes al igual que todos los lunes, eran poca la gente que entraba a la librería dado la cantidad de gente venía los fines de semana, era como si las peronas le dieran un descanso a sus ojos para poder volver a ver libros. Pasadas las tres de la tarde, el tiempo se detuvo, estaba tarareando la canción que dije anteriormente cuando levante la mirada y la vi a ella. Era morocha, pelo lacio, labios carnosos y petisita, llevaba un walk-man que le colgaba del pantalón, recuerdo todo su itinerario, entró por la sección de libros de cinco australes, recorrió la sección de policiales y se frenó en la parte de literatura argentina. Mis ojos que la habían seguido por todo el local estaban desorbitados, mi corazón latía sin parar, francamente nunca había visto una chica tan linda. 
Para no prestarle tanta atención acomodé todos los libros que había atrás del mostrador, pero como un voyeur no deje de espiar que movimientos hacía, cuando acomodé el último me levanté y estaba parada frente al mostrador, sonriendo me dijo "tendrás algún libro donde este Poema de Robot?", mi mente como si fuera una computadora contestó "Te gusta Marechal?", ella dijo "es mi autor preferido" no terminó de decir eso que tartamudeando dije casi toda la bibliografía de Marechal casi de memoria, recuerdo que rematé diciendo "mi preferido son los ensayos de cuaderno de navegación", ella sonrió y me dijo "el mío también", no lo podía creer, la chica que había robado mi tarde de lunes, me dice que su autor favorito era también el mío. Acoté "falta que te guste virus y hacemos cartón lleno", me respondió "estuve en obras el sábados", mi corazón parecía una bomba de tiempo, cada vez latía más fuerte, sonriendo le dije que no podía ser que me estaba mintiendo, pero no respondió solo me miró con la cabeza y asintió diciendo que si.
Busqué el libro y le dije que costaba cincuenta australes que era una colección de poemas de Marechal, lo miró pero su expresión cambió, se puso seria y me dijo "no me alcanza la plata", en ese momento pensé es ahora o nunca. Le dije "yo te lo regaló al libro pero con una condición, que vos me regales un libro más barato y le pongas una dedicatoria", riéndose me dijo que le gustaba la idea.
Comenzó a recorrer el lugar, finalmente se detuvo. Agarró un libro que cuando lo veo hoy en mi biblioteca se me pone la piel de gallina. Me miró y me dijo "me decís tu nombre?", le dije "me llamó Milton", ella sacó de un bolso que llevaba cruzado una birome y comenzó a escribir la dedicatoria. Yo por mi parte, le pregunte su nombre y me dijo "Julieta", agarré la birome y comencé a escribir la primer y última dedicatoria que escribiría en mi vida. La misma decía así:
"Julieta, tu entrada a este local fue la alegría que necesitaba este lunes, me encanta que te guste Marechal y Virus, así que te regaló este libro para que nunca me olvides, te dejo mi número por si queres ir a tomar algo algún día o a cemento a ver a Virus, 84-5463, me encantó tu sonrisa, Milton. 
Pd: Nunca dejes de pensar"
Ella terminó de escribir e hicimos el intercambio, me dijo que la dedicatoria la iba a leer en su casa tranquila, yo por mi parte dije lo mismo, mi cabeza era una locomotora sin frenos intentando pensar que había escrito, me saludó con un beso, me agradeció y se fue. No me puse mal, porque tenía mis datos en la dedicatoria, contaba con que me llame y con ver que había me había escrito ella a mi, sería amor, sería gracioso, mi mente recorría diferentes estados.
Terminé el turno, agarré el libro lo metí en mi bolso y me fui directo a mi casa. Al llegar me puse cómodo, me senté en el sillón  y destapé un vino como si fuese una celebración. Saqué el libro del bolso, lo miré por unos segundos, era una versión de Todos los Hombres son mortales de Simone de Beauvoir, fui directo a la primera hoja como si detonara una bomba y leí:
"Milton, me encantó la propuesta de las dedicatorias, te dejo el libro que más le gusta a mi novio Ricardo, Saludos, July"

Nunca llamó, pero aunque parecía una broma del destino esa dedicatoria, eso me enseño a que las dedicatorias no se deben hacer a cualquier persona, sino que debe ser alguien importante en nuestras vidas, amigo, algún amor y no a la primer persona que se nos cruce por la vida. 

Conservo ese libro hasta el día de hoy y lo busco de tanto en tanto en mi biblioteca para recordar el significado de las dedicatorias.


Pd: Ilustra este relano el inolvidable Federico Moura quien escribió en "Juegos Incompleto" "Me divierto, me enloquezco pero siento insatisfacción  esos juegos incompletos me desgastan la imaginación"