Era un lunes del año 1989, yo trabajaba en una
librería ubicada en pleno centro porteño, para ser exacto estaba a metros de la
calle Corrientes y Montevideo. El fin de semana la banda "Virus"
liderada por Federico Moura había dado uno de los recitales más importantes de
su carrera en el estadio obras sanitarias, yo había estado ahí y por esas cosas
que tiene la música mi cabeza se quedó enganchada con la canción juegos
incompletos.
Ese lunes al igual que todos los lunes, eran poca
la gente que entraba a la librería dado la cantidad de gente venía los fines de
semana, era como si las peronas le dieran un descanso a sus ojos para poder volver
a ver libros. Pasadas las tres de la tarde, el tiempo se detuvo, estaba
tarareando la canción que dije anteriormente cuando levante la mirada y la vi a
ella. Era morocha, pelo lacio, labios carnosos y petisita, llevaba un walk-man
que le colgaba del pantalón, recuerdo todo su itinerario, entró por la sección
de libros de cinco australes, recorrió la sección de policiales y se frenó en
la parte de literatura argentina. Mis ojos que la habían seguido por todo el
local estaban desorbitados, mi corazón latía sin parar, francamente nunca había
visto una chica tan linda.
Para no prestarle tanta atención acomodé todos
los libros que había atrás del mostrador, pero como un voyeur no deje de espiar
que movimientos hacía, cuando acomodé el último me levanté y estaba parada
frente al mostrador, sonriendo me dijo "tendrás algún libro donde este
Poema de Robot?", mi mente como si fuera una computadora contestó "Te
gusta Marechal?", ella dijo "es mi autor preferido" no terminó
de decir eso que tartamudeando dije casi toda la bibliografía de Marechal casi
de memoria, recuerdo que rematé diciendo "mi preferido son los ensayos de
cuaderno de navegación", ella sonrió y me dijo "el mío también",
no lo podía creer, la chica que había robado mi tarde de lunes, me dice que su
autor favorito era también el mío. Acoté "falta que te guste virus y
hacemos cartón lleno", me respondió "estuve en obras el sábados",
mi corazón parecía una bomba de tiempo, cada vez latía más fuerte, sonriendo le
dije que no podía ser que me estaba mintiendo, pero no respondió solo me miró
con la cabeza y asintió diciendo que si.
Busqué el libro y le dije que costaba cincuenta
australes que era una colección de poemas de Marechal, lo miró pero su
expresión cambió, se puso seria y me dijo "no me alcanza la plata",
en ese momento pensé es ahora o nunca. Le dije "yo te lo regaló al libro pero
con una condición, que vos me regales un libro más barato y le pongas una
dedicatoria", riéndose me dijo que le gustaba la idea.
Comenzó a recorrer el lugar, finalmente se
detuvo. Agarró un libro que cuando lo veo hoy en mi biblioteca se me pone la
piel de gallina. Me miró y me dijo "me decís tu nombre?", le dije
"me llamó Milton", ella sacó de un bolso que llevaba cruzado una
birome y comenzó a escribir la dedicatoria. Yo por mi parte, le pregunte su
nombre y me dijo "Julieta", agarré la birome y comencé a escribir la
primer y última dedicatoria que escribiría en mi vida. La misma decía así:
"Julieta, tu entrada a este local fue la
alegría que necesitaba este lunes, me encanta que te guste Marechal y Virus,
así que te regaló este libro para que nunca me olvides, te dejo mi número por
si queres ir a tomar algo algún día o a cemento a ver a Virus, 84-5463, me encantó
tu sonrisa, Milton.
Pd: Nunca dejes de pensar"
Ella terminó de escribir e hicimos el
intercambio, me dijo que la dedicatoria la iba a leer en su casa tranquila, yo
por mi parte dije lo mismo, mi cabeza era una locomotora sin frenos intentando
pensar que había escrito, me saludó con un beso, me agradeció y se fue. No me
puse mal, porque tenía mis datos en la dedicatoria, contaba con que me llame y
con ver que había me había escrito ella a mi, sería amor, sería gracioso, mi
mente recorría diferentes estados.
Terminé el turno, agarré el libro lo metí en mi
bolso y me fui directo a mi casa. Al llegar me puse cómodo, me senté en el sillón
y destapé un vino como si fuese una celebración. Saqué el libro del bolso, lo
miré por unos segundos, era una versión de Todos los Hombres son mortales de
Simone de Beauvoir, fui directo a la primera hoja como si detonara una bomba y
leí:
"Milton, me encantó la propuesta de las
dedicatorias, te dejo el libro que más le gusta a mi novio Ricardo, Saludos,
July"
Nunca llamó, pero aunque parecía una broma
del destino esa dedicatoria, eso me enseño a que las dedicatorias no se deben
hacer a cualquier persona, sino que debe ser alguien importante en nuestras
vidas, amigo, algún amor y no a la primer persona que se nos cruce por la
vida.
Conservo ese libro hasta el día de hoy y lo
busco de tanto en tanto en mi biblioteca para recordar el significado de las dedicatorias.
Pd: Ilustra este relano el inolvidable Federico Moura quien escribió en "Juegos Incompleto" "Me divierto, me enloquezco pero siento insatisfacción esos juegos incompletos me desgastan la imaginación"